México

Para empezar, sus perros. Son los más caros del mundo. Los compró cuando era el jurídico de Peña…

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Por La Gaceta.me 12 Septiembre 2019

Durante sus gestiones en el Gobierno federal, algunos ex funcionarios públicos se hicieron de mansiones, coches de lujo, obras de arte, joyas y dinero, mucho dinero.

En 2015, el mastín tibetano se convirtió en el perro más caro del mundo cuando fue comprado en 1.9 millones de dólares por un empresario inmobiliario chino (unos 38 millones de pesos mexicanos), según informó el sitio de noticias financieras estadounidense, Go Banking Rates. El precio superó al del Ferrari 488 que ese año fue de 340 mil dólares (seis millones 904 mil pesos), según la oferta de la marca automotriz.

Meses después, en México, “el perro más caro del mundo” también fue comprado. Alfonso Humberto Castillejos Cervantes, en ese momento Consejero Jurídico del entonces Presidente Enrique Peña Nieto, se hizo de tres camadas de esta raza entre el 2 y 8 de febrero de 2016 al contado, según consta en su penúltima declaración patrimonial presentada ante la Secretaría de la Función Pública.

Castillejos Cervantes hoy está bajo investigación por la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF) de la Secretaría de Hacienda y Crédito Pública (SHCP) porque desde su puesto habría operado un esquema de extorsión a empresas, según reveló Santiago Nieto Castillo, titular de ese órgano, al portal Aristegui Noticias.

En un sofisticado esquema, entre 2014 y 2018, se habrían congelado cuentas bancarias a 722 particulares bajo sospechas de lavado de dinero. Después se les solicitarían sobornos a través de cinco despachos jurídicos. El dinero de los supuestos criminales habría regresado a las cuentas. Todo, manipulado por Alfonso Humberto Castillejos Cervantes desde su posición de Consejero jurídico de la Presidencia.

Analizadas sus declaraciones patrimoniales presentadas entre 2007 y 2017 en el portal Declaranet y vistas como un espejo, a este ex funcionario no sólo le importaban las mansiones, los coches de lujo como BMW o Mercedes Benz, o las joyas. Entre otros políticos del equipo peñanietista que acumularon artículos de lujo, él añadió un elemento que lo distingue.

Al final, se compró unos perros, los más caros del mundo.

¿QUIÉN COMPRA MASTINES TIBETANOS EN MÉXICO?

Para introducir un perro originario de otro país a México hace falta un certificado de importación que emite un oficial del Servicio Nacional de Sanidad, Inocuidad y Calidad Agroalimentaria (Senasica) en cualquier aduana después de una revisión física del animal.

Además, el dueño debe presentar un certificado de buena salud expedido por un médico veterinario, el nombre y la dirección del exportador del país de origen, fechas de vacunas y algunos otros documentos relacionados con la higiene del perro.

“No son trámites rígidos. Al perro, las leyes mexicanas lo consideran mascota; de modo que puede ingresar al lado de su dueño de . De modo que la adquisición es directamente proporcional al ego del propietario. El Mastín Tibetano es una raza que no se cría de manera común. El traer perros de esa raza raya en la vanidad; por ejemplo”, expresó el médico veterinario Miguel Ángel Robles Ortiz, especialista en registro canino. “Es un capricho como quien se compra un Ferrari”, exclamó.

De acuerdo con investigaciones de las revistas piensosloboazul. com y Perros Pura Sangre de la Federación Canófila Mexicana, el mastín tibetano siempre fue un perro de status. Las referencias más antiguas se remontan a dos mil años antes de Cristo. Hay pinturas rupestres en las que aparece como perro de guerra y cuidador de los prisioneros de los asirios. Aparece también con labores de pastoreo y como guardián de los monasterios budistas. Aristóteles (384-322 A.C.), el filósofo griego, lo menciona en sus crónicas. Marco Polo también en sus escritos de su viaje a Asia.

Hoy, según un par de especialistas consultados en México, esta raza se compara con un león, por su abundante melena de colores rojizos.

En el criadero “Goods of Tibet”, uno de sus directores expone que en México, sólo políticos y empresarios se han hecho de esa especie que en China es sinónimo de poderío y dinero. Pero, todavía, en México no es común, por lo que resulta “una cara excentricidad”.

¿Por qué un político mexicano compraría mastines tibetanos? De acuerdo con Eduardo Murueta, especialista en Psicología del Poder, de la Asociación Mexicana de Alternativas en Psicología, en la Administración pasada hubo una narrativa de mucho dinero y lujos, donde la apariencia contaba como gran símbolo. “Cuando un político está rodeado de ello, de repente, necesita más beneficio material, más placer sensorial, más status, más reconocimiento. ¿Por qué? Porque la soledad empieza a ser progresiva”, expresó.

EL COMPRADOR DE PERROS

Hijo del abogado Marcos Castillejos –asesinado en julio de 2008 a las puertas de un despacho–; Humberto Castillejos Cervantes procuró quedar tras bambalinas en el equipo de Enrique Peña Nieto al que pertenece desde que este fue Gobernador en el Estado de México (2005-2011). Luego, cuando fue postulado por el Partido Revolucionario Institucional a la Presidencia de la República, se integró a su equipo de campaña en las elecciones de 2012. Una vez que el equipo tricolor ganó, fue investido como Consejero jurídico del Presidente de la República.

Fue uno de los redactores de las reformas estructurales y su posterior defensor a través de controversias constitucionales en la Suprema Corte de Justicia de la Nación.

Sólo tomaba el escenario político en ciertos momentos. Por ejemplo, en noviembre de 2014 cuando fue descubierto que el Presidente tenía dos mansiones propiedad del Grupo Higa, de Juan Armando Hinojosa Cantú -contratista millonario del Gobierno- fue quien dijo ser dueño de una de ellas que de hecho, había servido como casa de campaña.

Sus dos parientes en el Gobierno tuvieron más visibilidad: es primo de Raúl Cervantes Andrade, ex Procurador General de la República, y de Alfredo Castillo Cervantes, quien fuera Procurador Federal del Consumidor, Comisionado para la Seguridad y el Desarrollo Integral en Michoacán y luego, Director de la Comisión Nacional del Deporte.

Pero, comparadas sus declaraciones patrimoniales, la de Humberto Castillejos resulta la más transparente. La Ley General de Responsabilidades Administrativas permite que los funcionarios públicos den a conocer si así lo deciden, sus bienes en sus declaraciones patrimoniales ante los ciudadanos o no. En una década como servidores públicos, Alfredo Castillo y Raúl Cervantes nunca estuvieron de acuerdo en hacer público su patrimonio. En cambio, el ex Consejero jurídico lo hizo y dejó tras de sí la documentación de una fortuna que incluyó diversos artículos de lujo.

Al ingresar al Gobierno federal en diciembre de 2012, Castillejos Cervantes dijo que tenía dos casas de 720 y 600 metros cuadrados; tres terrenos; una colección de relojes, varias obras de arte, tres autos BMW, un Mercedes Benz, una camioneta Jeep Wrangler y otra Chevrolet Express Van Paq C8. Todo pagado al contado.

Luego, se deshizo de algunos de sus bienes. En 2013, vendió un BMW. En 2015, vendió la Chevrolet. Y en 2016, vendió el Mercedes Benz y donó uno de sus BMW. Ese año adquirió en tres lotes los mastines tibetanos. Enseguida, renunció a la Consejería Jurídica de la Presidencia de la República. Su última declaración la presentó cerrada; es decir, sin que los ciudadanos la puedan consultar. /Sin Embargo.